Andi James en El secreto de su madrastra y su hijastro (Parte 3)
11Las botas de Sofía resonaron contra el frío suelo metálico de la cubierta de mando de la nave mientras avanzaba con paso decidido, con el zumbido habitual del motor warp como una presencia constante y ominosa de fondo. Mientras se arrastraba por el conducto detrás de sus compañeros, el panel de acceso se cerró de golpe tras ellos, aislándolos de las fuerzas de pesadilla que estaban destrozando la nave. Sin previo aviso, un escalofrío recorrió a Sofía. Su cintura era estrecha, acentuando sus curvas; sus caderas, redondeadas, y su trasero, enorme, una característica que no pasó desapercibida para quienes trabajaban a su lado. «Tenemos que llegar a las rejillas de ventilación, ¡rápido!».
Sin dudarlo, los tres corrieron por el pasillo, con las botas golpeando el frío suelo metálico. La nave era una fortaleza flotante, una enorme máquina de guerra diseñada para transportar tropas y municiones a través de los peligrosos confines de la disformidad. Su rostro era delicado pero firme, con pómulos prominentes y labios carnosos que contrastaban con la crudeza del mundo que la rodeaba.